¿Qué nos empuja a ser infieles? ¿Lo normal es ser monógamo?

Se define poligamia como un tipo de matrimonio en que se permite a una persona estar casada con varios individuos al mismo tiempo. Comprende tanto la poliginia (un varón con múltiples mujeres) como la poliandria (una mujer con múltiples varones) y por supuesto, ésta última es menos frecuente.

En la sociedad occidental únicamente es legal la monogamia, pues desde un punto de vista cultural, nos ofrece seguridad, estabilidad y un vínculo afectivo. Pero, ¿fuimos siempre monógamos? pues no, la monogamia aparece con la aparición de la agricultura, la propiedad privada y la herencia, pasando a tener importancia la identificación del padre del recién nacido. Por lo tanto, el ser monógamo es una construcción social que se instaló en la sociedad y esta costumbre se fue sucediendo de una generación a otra.

Podríamos decir pues que la monogamia no es un estado natural del ser humano, es más bien una elección de cada persona. Sólo hay que fijarse en el gran número de infidelidades que se dan en las parejas, pero ¿qué nos empuja a ser infieles?

• Las parejas se quieren pero ya no están enamorados como al principio y quieren volver a sentir aquella emoción de los primeros momentos de la relación.
• Simplemente por satisfacción sexual y más si en la pareja el sexo no resulta satisfactorio.
• El aburrimiento y la rutina es otra causa que nos empuja a buscar nuevas experiencias fuera de la pareja.
• Otras veces, somos infieles por un tema de pura venganza hacia nuestro compañero/a sentimental.
• Como antidepresivo, el sentir que gustas a otras personas aumenta nuestra autoestima y nos provoca bienestar.

Lo que es obvio es que los tiempos están cambiando, se cuestiona la monogamia,  aparecen nuevos modelos afectivo-sexuales, como el poliamor, relaciones no monógamas consensuadas por los implicados, y es que el amor es infinito...

Si quieres saber más sobre el poliamor, te animo a que escuches nuestro programa de radio con dos invitadas especiales, l'Allona y la Mercè de Amors plurals.

Sextolerancia!